Probablemente la novela más conocida de Hrabal, al haberse llevado al cine, Trenes rigurosamente vigilados se desvía del estilo habitual en sus novelas: es mucho más sencilla. Pero su brevedad esconde mucho contenido...
Milos Hrma es un joven aprendiz de ferroviario en una pequeña ciudad checa. Se reincorpora al trabajo tras una larga ausencia, consecuencia de una tentativa de suicidio, pues Milos sufre ciertos problemas con sus amores. Encuentra la estación hecha un avispero: la hazaña del factor Hubicka, quien ha colocado todos los sellos de la estación en el trasero de una vendedora de billetes, corre de boca en boca; algunos le vituperan en público, todos le envidian.
Para completar esta puesta en escena, tenemos que desvelar en qué año sucede: 1945, hay bombardeos, los alemanes, en retirada, siguen ocupando Checoslovaquia, y los ferroviarios tienen que atender especialmente los trenes rigurosamente vigilados, transportes de tropas y de munición en un sentido, y de muertos y heridos en el otro.
A partir de este punto, mejor que sea el lector quien descubra cómo se desarrollan los acontecimientos. Yo prefiero detenerme en lo que más me llama la atención de esta magnífica novela. Bien escrita -y muy bien traducida-, de desarrollo ágil, peripecia interesante y, sobre todo, un tratamiento de los personajes realmente digno y hermoso.