Esta obra es sinónimo de emoción y libertad. Robert Louis Stevenson apenas rebasaba la treintena cuando la publicó en 1881, y no podía imaginar que su cración se iba a convertir en un éxito que marcaría para siempre las vidas de varias geneaciones de lectores. Esta obra nos transporta a una infancia feliz y evoca todo lo que se espera de una novela de aventuras.